¿Cómo defendernos de la frustración?

Uno de los temas propuestos para columna fue la frustración; a partir de esto comencé a leer y a pensarla… la primera pregunta que me surgió fue: ¿cuándo nos frustramos?, y pasé a considerar que debe ser cuando no logramos aquello que nos propusimos, pero no cualquier cosa. Por poner un ejemplo: si lavo el piso de mi casa, algo cotidiano, y no queda del todo bien... no me genera frustración, quizás me molesta tener que lavarlo otra vez, pienso “qué pasó”, o digo “¡ah, mañana lo lavo de nuevo…! Total en un rato está lleno de arena”. Este es un ejemplo de lo que a mí personalmente no me genera frustración, porque no me parece importante; remarco, a mí. Quizás a alguna persona sí le parece importante, quizás no llega a frustrarse, pero sí a ocuparse, o quizás sí logra frustrarla...

Entonces, aquí podemos hacer un primer punto. Los motivos de frustración pueden ser diversos, pero debe constituir algo importante para el sujeto.

Un motivo de frustración muchas veces es el estudio. El estudiante se frustra continuamente, porque estudia y no le va tan bien, porque no llega a estudiar como hubiera querido, porque se da cuenta de que no le gusta tanto la carrera como pensaba, porque mientras estudia debe dejar otras cosas de lado, etc.

Son múltiples los acontecimientos por lo que uno se va frustrando. En este caso debemos preguntarnos, ¿ la razón de la frustración deviene por las expectativas, o sea, se pensaba tal cosa, y no se cumple como se pensó?. No es que tuvo que dejar de estudiar y abandonó la carrera, sino que las cosas no le salieron como las pensó.

Entonces, la frustración tiene más que ver con expectativas, con los proyectos que tenía, o pensamientos de cómo debían ser las cosas. Más que con los resultados concretos.

Otro punto que podríamos agregar es que, para que genere frustración, debe tener el agregado de ser algo en lo que el sujeto haya invertido tiempo, esfuerzo o dedicación.

Para definir la frustración específicamente, Ibarra (2000) dice: “Cuando no consigues alcanzar el objetivo que te has propuesto y por el que has luchado. Se siente ansiedad, rabia, depresión, angustia, ira. Sentimientos y pensamientos autodestructivos para el sujeto”.

Los mecanismos de defensa siempre se verán surgir en el momento en que no se cumple un objetivo deseado aunque, en todos los casos estos no son conscientes, por lo cual podemos afirmar que las respuestas ante la frustración son en gran medida un reflejo. Como cuando una persona ve que un objeto le es arrojado hacia su cara la primera reacción será poner las manos para protegerse, este es un reflejo que se tiene sin que intervenga el pensamiento ni recapacitar qué hacer ante el objeto que le pegará, esta lo hace, de igual manera los mecanismos de defensa surgen involuntariamente o sin siquiera nosotros percatarnos esto, por lo que podemos afirmar que el empleo de mecanismos de defensa, siempre o generalmente se presenta de manera inconsciente.

Este mecanismo de defensa surgirá de acuerdo el entorno en que se encuentre y a la situación, ya que algunas situaciones posibilitan o favorecen mayormente un tipo específico de respuesta, así como también el ambiente en que se desarrolló la persona. Si por ejemplo si un niño ve que su padre al verse frustrado reacciona de tal manera, este al crecer y al verse en situaciones de frustración, puede reaccionar de igual manera que reaccionaba su padre, por lo cual se puede afirmar que los mecanismos de defensa ante la frustración, aunque inconscientes, son resultados, tienen que ver también con lo aprendido.

Cómo podemos hacer entonces para superar la frustración:

Si se dispone de metas sustitutas de igual o casi igual atracción, experimentamos menos frustración cuando se nos impide alcanzar una meta específica (Withaker 1989).

Es decir que, si canalizamos nuestro esfuerzo y energía en lograr otra meta, en el momento que sentimos que hemos fracasados será más fácil de salir de un estado de frustración, entonces, cuando veamos que hemos fracasado en algo, lo más recomendable es buscar o formularnos un nuevo objetivo, de manera que nos permita salir adelante y superar con mayor facilidad de esta etapa y al lograr la nueva meta nos sentiremos mejores con nosotros mismos.

También el tener metas sustitutas nos podrá ayudar a superar la frustración, ya que, por así decirlo, ese podría ser un plan B o plan alternativo; en caso de que uno salga mal, se puede emplear el otro; de igual manera, cuando fracasamos al tratar de cumplir un objetivo, pero logramos otro casi al mismo tiempo la frustración se sentirá con menor intensidad y puede ser que se supere con mayor facilidad.

Si ante una situación frustrante logramos reconocer nuestros errores o las causas que nos imposibilitaron alcanzar nuestras metas, podemos iniciar un proceso mediante el cual trataremos de no cometer una vez más los mismos errores del pasado, o sabremos cómo reaccionar ante la configuración específica de hechos que nos impidieron alcanzar la meta, por lo cual debemos aprender de aquellas situaciones frustrantes del pasado y, lejos de verlas únicamente como una situación desagradable, podemos verlas también como algo que nos dejó una lección y a partir de ese momento luchar por evitar que esa situación se vuelva a dar.

También, podemos tener en cuenta que, muchas veces promovido por la sociedad en que uno vive, las metas que se establecen no son acordes con nuestra realidad; por ejemplo, si una persona que trabaja pretende hacer la carrera universitaria al mismo ritmo y terminar en la misma cantidad de años en lo que estipula la carrera, es probable que no pueda cumplirlo, ya que sus horarios para estudiar son más limitados.

Muchas veces las presiones sociales o familiares hacen que el sujeto se frustre, porque esperan tal cosa de él, y siente que no puede darlo. Por eso es importante al momento de planificar una tarea tener en cuenta todas las variables particulares y personales. Ya que la frustración no ayuda en mucho.