El CIC de Valeria retoma sus talleres

Poco a poco, esta dependencia va ganando terreno en base a dedicación y a su capital humano. Con once mil prestaciones mensuales, el centro es una de las herramientas más eficaces del área de Salud.

Claudia Solino, trabajadora social de los Equipos de Salud comunitarios del Ministerio de Salud de la Nación, se refirió al momento actual del Centro Integrador Comunitario (CIC) de Valeria del Mar, un espacio destinado a la salud donde se desempeña desde antes de su inauguración y por el que ha demostrado, a través del tiempo, su habitual compromiso.

Distintas actividades vuelven más atractivo el centro; una de ellas es la que proporciona el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), al comienzo de las dos épocas del año (una fría y otra cálida) sobre huerta, donde además de recibir las recomendaciones del caso, los vecinos reciben semillas para el inicio de los almácigos de cada especie vegetal propia de cada estación.

“Además de una tradición familiar, es mucho más sano, uno lo tiene a mano. Hace muchos años que el INTA lo viene haciendo en la zona y nosotros tenemos muchos vecinos muy propensos a tener su propia huerta, por distintos motivos”, describe.

Marzo marca también el inicio de actividades para el CIC; una de ellas es el conocido “taller de memoria”, que está destinado a adultos mayores y es dictado por la terapista ocupacional Mariana González y la psicóloga Anabella Pirc. Al respecto, Solino prevé el armado de dos grupos, en el caso de contar con nuevos inscriptos. “Es un espacio para compartir momentos, donde se hacen juegos, ejercicios, etc. El CIC apunta a integrar, y en este taller apunta a agilizar las funciones cognitivas de la memoria. Ayer iniciamos las actividades del Tejetón, con Vanina y Lali; también es un espacio de encuentro, donde muchas vecinas de Valeria del Mar y Ostende sienten una enorme gratificación de encontrarse con otras mujeres y poder compartir, porque también hay mucho aislamiento y soledad en muchos casos. También se hacen cálculos para tejer, así que se mantiene la cabeza activa. Además, lo que se teje lo entregamos a los bebés recién nacidos, articulando con un programa que está pensado para el seguimiento de recién nacidos en el territorio”, agrega.

El CIC ha calado muy hondo en la comunidad. Hay vecinos que se acercan con alguna planta. Según la trabajadora social, “es un lugar que se construye con amor a diario, además de con las capacitaciones”. Como si esto fuera poco, el roperito de Checha, en Guanca y Elcano, que abre todos los jueves de 11 a 13, repara ropa para los más chicos y necesitados.

El CIC es un espacio de 600 metros cubiertos, donde funcionan cinco consultorios de primera generación con materiales acordes y con un capital humano indiscutible.

Claudia Solino no oculta su orgullo cuando señala que el espacio es muy utilizado por la población, en el que se brindan once mil prestaciones o atenciones por mes.

“El laboratorio ahora, desde hace un año y medio, funciona todos los días en las dos salas; entonces eso también colabora para que la gente no tenga que venir a Pinamar. También tenemos oftalmología”, concluye.