El fenómeno de masa y los recitales

A raíz de la reciente tragedia en el recital del pasado sábado en la ciudad de Olavarría, donde se presentaría para su último show el Indio Solari, se ha suscitado una discusión en los medios sobre las responsabilidades en lo sucedido. Pero poco se habló sobre el fenómeno de masa.

¿Qué llevo a tanta gente a actuar de manera similar?
Porque, aunque no todos participaron en los desmanes a las casas aledañas al predio, o de la quema de boleterías en la terminal, hubo quienes sí lo hicieron. Esto me hizo reflexionar en el fenómeno de la gente reunida en masa y su comportamiento. Podemos recordar situaciones donde las personas obraron de manera similar, haciendo en grupo lo que quizás no harían de manera individual.

Gustavo Le Bon, es citado por Freud, en su obra Psicología de las masas, menciona que, “el más singular de los fenómenos presentados por una masa psicológica, es el siguiente: cualesquiera que sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el simple hecho de hallarse transformados en una multitud le dota de una especie de alma colectiva. Esta alma les hace sentir, pensar y obrar de una manera por completo distinta de como sentiría, pensaría y obraría cada uno de ellos aisladamente. Ciertas ideas y ciertos sentimientos no surgen ni se transforman en actos sino en los individuos constituidos en multitud. La masa psicológica es un ser provisional compuesto de elementos heterogéneos, soldados por un instante, exactamente como las células de un cuerpo vivo forman por su reunión un nuevo ser, que nuestro carácter muy diferente, de los que cada una de tales células posee”.

Le Bon piensa que, en una multitud, se borran las adquisiciones individuales, desapareciendo así la personalidad de cada uno de los que la integran. Lo inconsciente social surge en primer término, y lo heterogéneo se funde en lo homogéneo. Tales individuos muestran también nuevas cualidades, de las cuales carecían antes. Halla la explicación de este fenómeno en tres factores diferentes.

El primero de ellos es que el individuo integrado en una multitud, adquiere, por el simple hecho del número, un sentimiento de potencia invencible, merced al cual puede permitirse ceder a instintos que, antes, como individuo aislado, hubiera refrenado forzosamente. Y se abandonará tanto más gustoso a tales instintos cuanto que por ser la multitud anónima, y en consecuencia, irresponsable, desaparecerá para él el sentimiento de la responsabilidad, poderoso y constante freno de los impulsos individuales.

Una segunda causa, el contagio mental, interviene igualmente para determinar en las multitudes la manifestación de caracteres especiales, y al mismo tiempo, su orientación. El contagio es un fenómeno fácilmente comprobable, pero inexplicado aún. Dentro de una multitud, todo sentimiento y todo acto son contagiosos, hasta el punto de que el individuo sacrifica muy fácilmente su interés personal al interés colectivo, actitud contraria a su naturaleza y de la que el hombre sólo se hace susceptible cuando forma parte de una multitud.

Una tercera causa, la más importante, determina en los individuos integrados en una masa, caracteres especiales, a veces muy opuestos a los del individuo aislado. Me refiero a la sugestibilidad, de la que el contagio antes indicado no es, además, sino un efecto.

Tal es, aproximadamente, el estado del individuo integrado en una multitud. No tiene ya consciencia de sus actos. En él, como en el hipnotizado, quedan abolidas ciertas facultades y pueden ser llevadas otras a un grado extremo de exaltación. La influencia de una sugestión le lanzará con ímpetu irresistible a la ejecución de ciertos actos.

La masa es impulsiva, voluble y excitable. Es guiada casi con exclusividad por lo inconsciente. Los impulsos a que obedece pueden ser, según las circunstancias, nobles o crueles, heroicos o cobardes; pero, en cualquier caso, son tan imperiosos que nunca se impone lo personal, ni siquiera el interés de la auto-conservación.

Es, quizás, por la falta de ese interés tan básico que se exponen a determinadas circunstancias que para los espectadores no partícipes son peligrosas, pero la masa no toma conciencia de ello. Tal vez por eso ingresan a un evento muchas más personas de las que deberían, motivados por las ganas de ser parte, pero sin medir las circunstancias de lo que podría pasar. Con objetos que a sabiendas son peligrosos como bengalas. Realizando una forma de movimiento que llaman “pogo”, donde todos saltan presionándose unos contra otros, pero que en el momento que son cientos de personas, quienes participan, se trasforma en una marea de gente que va con todo… se lleva todo por delante. Leía los testimonios de quienes estuvieron donde fallecieron las personas y, como lo contaban, me imaginaba una fuerza contra la que no podían hacer nada. Como un tsunami… pero la ola es humana, la que arrastra es la propia gente, pero no por un impulso propio sino como parte de esa ola que se forma entre todos. Te llevan, escuchaba decirles. Aunque no quieras te llevan…

Aquí, quizás entraría el debate, o los planteos sobre las responsabilidades individuales, del Estado, las autoridades (supuestamente quienes deberían resguardan el bienestar de todos). Pero de ese tema no puedo opinar desde mi profesión.