In Toto we trust

Por Martín Melia
Contador público (UBA)

¡Que “súper martes” pasamos esta semana! Respiramos todos un poco más aliviados. Estábamos todos expectantes y nerviosos, como si Higuaín estuviera definiendo una serie por penales.

Qué psicosis nos genera el dólar, por Dios. Somos más boludos a veces (generalmente). Analicemos un poco la situación. Al gobierno le vencía mucha guita en Lebac (las letras del Banco Central que pagaban una fiesta netamente privada). Cuando hablamos de mucha guita, estamos hablando de más de la mitad de las reservas del Banco Central. Es decir más de $600.000 millones de pesos. Inicialmente era más, pero la realidad es que desde que comenzó la corrida cambiaria, hace casi un mes, se fueron intercambiando Lebac en el mercado secundario, y eso repercutió también en la demanda del dólar. Es decir que en esta disparada del dólar, entre muchos factores, uno claramente era la salida de estas letras, combinada a un dólar atrasado, una tasa del bono americana mucha más atractiva para los fondos buitres, y la especulación de los mismos de siempre, que sabían que compraban dólares $20, y luego lo hacían subir para ganar en un pase de manos más del 20%. Tremendo. El lobo de Wall Street pasó a ser caperucita, comparados a éstos.

Ahora bien, volviendo al martes, se sucedieron tres cuestiones muy importantes, lo que marcó una decisión acertada del gobierno. Recordemos que la finalidad de todo esto era que la plata de las Lebac no se fuera al dólar. A ver si me explico: los fondos privados de inversión, que metieron plata en las Lebac, solamente la mantendrían ahí, si la rentabilidad esperada fuera mayor que la de hacer otro tipo de inversión o especulación, como podría ser el dólar. El miedo del Gobierno era que si no se renovaban esas letras, parte o la totalidad de esos fondos hicieran disparar la cotización del billete verde aún más.

Bueno, entonces el objetivo claramente era contener el dólar. ¿Estamos claros hasta ahora?

En el afán de cumplir con dicho objetivo, que era una bisagra para la confianza del Gobierno, este último sacó del maletín del mago Lalo una opción que hizo que se lograra.

Por un lado, el Banco Central siguió ofreciendo $5.000 millones dólares a quien quisiera comprarlos. Es decir que no era a precio de mercado sino que ya te decía cuánto era el valor. Eso sirvió no sólo para convalidar la guita que ganaron los que compraron a $20, sino para darle un techo al valor. Bien ahí.

Por otro lado, decidieron que el happy hour de Lebac siguiera y renovaron la licitación con una tasa al 40% anual, a 35 días. Tremenda tasa (papel mata piedra, piedra mata tijera, tijera mata papel, Lebac mata cualquier opción de inversión). Bien ahí, también. Se renovó la totalidad de las Lebac y tuvieron que aumentar la oferta en 5.000 millones más. Perfecto Se pateó la deuda para adelante, como corresponde y como marca el manual de buen político argentino. Alguien lo va a pagar (entendés que sólo se alargó el plazo, pero que un día la plata habrá que ponerla).

Y, finalmente, la medida más sorpresiva y la que considero que fue un punto de inflexión en el mercado, fue la emisión orquestada por nuestro ministro de Finanzas, Luis “Toto” Caputo, de un Bono del Tesoro (Bote), en pesos, a cinco y ocho años, con una tasa fija del 20 y el 19% respectivamente. Esto, atrajo casi 75 mil millones, lo cual, además de ser exitoso en cuanto a la cantidad suscripta, se debió a los dólares que trajeron los fondos privados extranjeros que decidieron invertir y confiar en esos bonos. Eso trajo al mercado más billetes verdes, que hicieron que finalmente el valor no superara los $24.60.

Todo este paquete de medidas, claramente planificado entre Hacienda, Finanzas y el Banco Central, generó dos cuestiones que creo que son de relevancia. Por un lado, marcó el final de la crisis cambiaria, o por lo menos la apaciguó (estadísticamente no duran más de cuatro semanas, con lo cual estábamos en tiempo).

Pero la otra consecuencia que tuvo, y a la cual le doy mayor importancia, es la confianza que lograron generar y establecer en el mercado financiero local e internacional. Claramente estos bonos marcan que se espera que a lo largo de este gobierno la inflación vaya cediendo, el déficit fiscal se vaya achicando y las condiciones macroeconómicas mejoren, lo cual generaría un mayor crecimiento del PBI. Por supuesto que es futurología, pero, cuando se habla de guita, te aseguro que la información es lo que vale y estos tipos la tienen.

En un momento donde todas las economías emergentes (es un eufemismo de cuarta) sufrieron devaluación de su moneda y donde el financiamiento internacional se vio disminuido en relación a su oferta, nuestro país creo que obtuvo una muestra de confianza y eso hoy se ve como un éxito, por lo menos en el corto plazo.

Como en toda crisis cambiara, hay vencedores y vencidos. En este caso, los vencederos son los mismos de siempre y los vencidos están por caer. Creo que esto no termina acá y que ahora nos esperan tiempos de mayores ajustes y una sintonía fina en la economía, si queremos seguir con margen de financiamiento externo. Esto es fundamental para nuestra economía, ya que tenemos un déficit estructural de más de 30.000 millones de dólares anuales que no tenemos. Así que si empezás a romper las guindas con el FMI, y con la deuda externa, hoy, en el contexto en que estamos, entiendo que lo necesitamos.

Por suerte, hoy, el mercado y nosotros, en Toto confiamos.