Integrantes del HCD hicieron una presentación ante la fiscalía

La acción fue acompañada por ediles que tomaron conocimiento de la denuncia de un supuesto pedido de coimas por parte de un funcionario.

En la administración municipal parece que se da una serie de cuestiones inevitables al llegar la temporada. Un reclamo de guardavidas, o las denuncias de los vendedores ambulantes por la falta de fiscalización en la playa, o por los permisos, se han convertido en las postales de cada verano.

Es llamativo el hecho de que las sucesivas administraciones no le toman el pulso a las temporadas por incapacidad o por aquello de que “a río revuelto…”, etc.

Este año no es la excepción. Varios vendedores de playa se acercaron al Honorable Concejo Deliberante a pedir una reunión con los concejales y con funcionarios del Departamento Ejecutivo en la que discutirían las irregularidades que vienen observando en la venta ambulante. Si bien los funcionarios fueron convocados, la reunión se llevó a cabo sin su presencia, pero con la de varios vendedores ambulantes ansiosos de comentarles a los concejales su experiencia en la playa.

El encuentro comenzó con el señor Giménez (vendedor de choclos) explicando que ha tenido una reducción muy importante en la venta, fundamentalmente por la competencia desleal producida por muchos “chiperos” que bajan a la playa sin permiso. Recordemos que, casi a fines de año, el HCD aprobó la autorización del rubro, aunque sólo a cuatro personas. Pero aclaró que no sólo hay chiperos sin permiso, sino vendedores de todo tipo, y que no se los fiscaliza. La cuestión fue ampliada por uno de los titulares de la Asociación Médano Verde (que agrupa a más de trescientos vendedores ambulantes). Juan Pablo Artuzzo explicaba que las pocas veces que Fiscalización baja a la playa persigue a los que tienen permiso, “casi como un acoso”, mientras que pasan por al lado decenas de vendedores sin permiso, y los inspectores ni siquiera los miran. También comentó que hasta la fecha no están implementados los nueve puestos de reposición establecidos en la ordenanza de venta ambulante. En ese tema, la reunión tuvo un condimento extra: Sonia Elizabeth Carabajal (vendedora de Coca-Cola) denunció haber recibido un “pedido de coima” para poder vender en la playa. Según explicó la vendedora, antes del 15 de diciembre, el funcionario en cuestión la citó a las 3 de la tarde en un café, le pidió que apagara el teléfono y le pidió $675.000, a razón de $15.000 por cada permiso. Ella explicó, además, que le pidió armar una nueva reunión junto al gerente de la empresa distribuidora de la marca, para que fuera él quien le explicara los términos de la venta de gaseosa en la playa, tal y como se venía llevando a cabo en los últimos años, ya que toda la mercadería viene a través de él, pero que el funcionario no quiso llevarla a cabo, por lo que hasta la actualidad sigue sin permiso para vender (ni ella, ni ninguno de los vendedores habituales), por lo que son hostigados por los fiscalizadores en la playa. Aclaró que hasta el momento no ha denunciado, para evitar conflictos, e intentar trabajar, pero que los fiscalizadores andan buscando a los vendedores de “la tanita”, para sacarles la mercadería. La respuesta desde el oficialismo no se hizo esperar: pidieron que haga la denuncia formalmente en la fiscalía, por tratarse de un delito grave, y, por otro lado, se le aseguró que los concejales acompañarían dicha denuncia.

Desde la presidencia del HCD se comentó que se redactó el acta, así como la denuncia al finalizar la reunión con los vendedores, pero que, como el resto de los concejales se fue inmediatamente después, ambos documentos se firmaron recién el lunes siguiente y luego se llevó a la fiscalía. Se aclaró también que ningún concejal de Cambiemos acompañó la denuncia.

Por otro lado, Artuzzo insistió con los puestos de reposición, de los que sí se pagaron los permisos, pero que aún siguen sin instalarse, y agregó que, según un empleado de Fiscalización, no se haría porque no se considera necesario, aunque la ordenanza así lo indique. Artuzzo continuó planteando la necesidad que tienen los vendedores de bajar a la playa y poder trabajar sin el miedo de la persecución porque, según indicó, a algunos con permiso los acosan mientras que otros no tienen permiso porque no se los quisieron otorgar.

Así se desarrolló un nuevo capítulo de esta novela que parece nunca acabar, con algún que otro condimento nuevo (o no tan nuevo para los que conservan la memoria), que pasará, como los anteriores, aunque con esperanza de que una temporada de éstas… podamos ir a la playa y tener un poco de color con la venta de algunos artículos, pero en orden, con los controles necesarios, y que todos, vendedores, turistas y locales, podamos aprovechar el verano.