Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz
Aunque en nuestro país noviembre se haya consagrado como el mes dedicado a honrar a María Santísima, en el comienzo del adviento la Madre de Dios recibe los tributos florales en los templos y los hogares cristianos como inicio de los preparativos rituales para celebrar la venida de Jesús al mundo los 25 de diciembre.
Desde 1854, los 8 de diciembre se festeja el Día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María para recordar su figura como libre de pecado original, cuando ultima detalles para ser la Madre de Jesús.
La diócesis a la que pertenece la parroquia de Pinamar se anticipa todos los años a la conmemoración de esta, una de las más fechas más importantes de la liturgia cristiana, y sale a caminar en procesión, junto a María, en una Marcha de la Esperanza que ya lleva 48 ediciones.
En 1973, el entonces obispo de Mar del Plata, monseñor Eduardo Pironio, la impulsó como iniciativa de la comunidad juvenil que quería encarnar la religiosidad popular.
Tuvo su interrupción en 2020, por las limitaciones que impuso la pandemia del coronavirus, pero en esta oportunidad los organizadores retomaron, “como un signo de esperanza, la tradicional y más significativa expresión de amor a María en nuestra ciudad”.
Desde ya que con todos los cuidados del protocolo sanitario, como el uso de barbijo, el alcohol y que se respete el distanciamiento.
“Este es el tiempo favorable” es el lema de la convocatoria que se inicia el próximo sábado 4 de diciembre, en Mar del Plata, con una recorrida que parte desde el puerto y pasa por algunos de los barrios periféricos hacia el centro de la ciudad, para culminar con la misa en la Catedral.
En Pinamar, se la programó para el miércoles 8, con salida desde la avenida Bunge e Intermédanos. Finaliza en la explanada de la iglesia Nuestra Señora de la Paz con la celebración de una misa.
El interior del templo ya se encuentra, desde el domingo pasado, ornamentado para el adviento, con la tradicional corona compuesta por ramas de pino, en la que se ubican cuatro velas, una por cada domingo hasta el que precede a la Nochebuena. Se van encendiendo progresivamente luego de las oraciones, ya sea en misa o en familia, cuando se las dispone en los hogares.
La forma circular de la corona significa que “no tiene principio ni fin”, como el amor de Dios, que es eterno.
La luz de las velas simboliza la luz de Jesús y el color verde de las ramas representa la esperanza y la vida.
Hay una pequeña tradición de adviento: a cada una de esas cuatro velas (tres moradas y una rosa) se le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana, por ejemplo: la primera, el amor; la segunda, la paz; la tercera, la tolerancia y la cuarta, la fe.
El color morado representa el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio. El rosa, el gozo y la alegría que se sienten cuando está cerca el nacimiento del Señor.
En algunas iglesias, todas las velas de la Corona se sustituyen por las rojas y en la Noche de Navidad se coloca en el centro una vela blanca, que simboliza el nacimiento y la llegada de Cristo.