La guerra en Ucrania motivó la invocación a la paz en el ayuno y las oraciones

Comunicación - Parroquia Ntra. Sra. de la Paz

Si el año pasado y el anterior el tema casi excluyente en el inicio de la cuaresma giraba en torno de la pandemia del coronavirus, en la vigente, que empezó el pasado miércoles de ceniza, la guerra que se desató en Ucrania tras la invasión rusa pasó a ocupar un lugar central en las preocupaciones y oraciones de todos los credos.

El ayuno y otras costumbres rituales con que tradicionalmente la Iglesia Católica le da la bienvenida al período que culmina con la Pascua de la Resurrección, en oportunidad de la conflagración bélica en curso, el papa Francisco pidió a los creyentes de todo el mundo que incorporasen el intenso deseo de “paz” en la dedicatoria.

“El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda.

Tenemos la certeza en la fe de que “si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos” y de que, con el don de la perseverancia, alcanzaremos los bienes prometidos para nuestra salvación y la de los demás”, expresó el pontífice.

La parroquia Nuestra Señora de la Paz celebró el sábado el Retiro Espiritual de Catequistas, en el cual el padre Marcelo Panebianco compartió con las colaboradoras en la misión evangelizadora la exhortación papal: “Que la Reina de la paz preserve al mundo de la locura de la guerra”.

En su mensaje de cuaresma, que este año fue en memoria de san Martín de Tours, obispo, Francisco recordó el profundo significado del recorrido de Jesús, que lo llevó al sacrificio de la cruz y a regresar de entre los muertos.

Asimilándolo al momento actual, dijo que es “un tiempo propicio para buscar —y no evitar— a quien está necesitado; para llamar —y no ignorar— a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar —y no abandonar— a quien sufre la soledad”.

Instó a “poner en práctica el llamado a hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados”.

Señaló que es un momento favorable para la renovación personal y comunitaria el que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado.

En el caso del tránsito cuaresmal de 2022 se apoyó en lo que san Pablo transmitió a los Gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tengamos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos”.

La Cuaresma, insistió, cada año refresca que “el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día”.

Por tanto, encomendó a Dios la paciente constancia del agricultor para no desistir en hacer el bien, un paso tras otro.

“Quien caiga tienda la mano al Padre, que siempre nos vuelve a levantar -sostuvo-. Quien se encuentre perdido, engañado por las seducciones del maligno, que no tarde en volver a Él, que ´es rico en perdón´. En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien”, agregó.