Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz
El fin del tiempo Pascual empalma con la fiesta de la Iglesia católica de la venida del Espíritu Santo, destinada a celebrar la Eucaristía.
Pero también este año coincidió con la decisión de las autoridades nacionales, y por ende de la provincia también, de dictar un confinamiento más estricto de la población para contrarrestar el incremento de contagios y muertes que trajo la segunda ola de Covid-19 al Hemisferio Sur.
Las misas volvieron a realizarse en forma virtual por las redes sociales y se suspendieron las actividades presenciales por nueve días.
Esta nueva faceta de distanciamiento social, en todo caso, fortificó los lazos de fe de los creyentes en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, que comienza en el Pentecostés, prosiguió el domingo siguiente con la solemnidad de la Santísima Trinidad y se proclama y aumenta públicamente el jueves posterior, o sea, de esta semana, dándole el culto de adoración (latría).
Cumplidos los 60 días después del domingo de Resurrección, se celebra el Corpus Christi, nombre latino con el que se expresa la solemnidad del santísimo cuerpo y sangre de Cristo. El nombre más antiguo era Festum Eucharistiae.
Este jueves, al igual que el de Semana Santa, es el de la institución de la eucaristía. Aunque ambos tengan un objetivo similar, no constituyen un simple duplicado.
El Corpus Christi proporciona una segunda oportunidad para ponderar el misterio de la eucaristía y considerar sus varios aspectos e invita a manifestar la fe y la devoción a éste, que es el “sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual en el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera”.
Desde los albores del siglo XII, la fe y la devoción eucarística se inclinaron notablemente hacia la doctrina de la presencia real de Cristo en la eucaristía.
La práctica eucarística de aquel tiempo se caracterizaba por un fuerte deseo por parte de los fieles de ver la hostia y el cáliz en la misa, lo que iba acompañado por una sensación de temor reverencial ante la presencia real y una profunda conciencia de indignidad personal. Ver la hostia, venerar las sagradas especies, constituía una forma de comunión espiritual y de reconocimiento de la presencia real de Jesucristo en la Hostia consagrada.
El sábado 5 de junio habrá de realizarse una procesión, sólo en vehículos, llevando al Santísimo Sacramento a recorrer nuestras localidades, con salida a las 17 desde la parroquia Ntra. Sra. de la Paz y pasando por las capillas San José, San Francisco Solano y Beata Laura Vicuña.
En el contexto pandémico que rodea esta celebración eucarística, cerró el Año Laudato si’, y Francisco lanzó un extenso programa para promover una conciencia ecológica integral, mientras que en la Audiencia General de los miércoles abordó la compleja pregunta: ¿por qué pareciera que a veces Dios no me escucha?
Al finalizar su catequesis, el Santo Padre se acercó a una mujer mayor de raza judía, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz, y besó el número de su detención que aún lleva tatuado en su brazo.