Eternamente desconocido y misterioso, el océano nos guarda los enigmas más ocultos. Uno de ellos es el Banco Namuncurá-Burdwood, una zona prácticamente desconocida para la ciencia, una meseta sumergida ubicada a unos 200 km al sur de las Islas Malvinas. Es la única área oceánica actualmente protegida por Argentina según la Ley 26.875, del año 2013. Desde hace algunas décadas las instituciones científicas argentinas están investigando para saber qué hay y qué se está protegiendo.

Ya sabemos que en algún momento fue una isla emergida, con costas, y que hacía de barrera a las corrientes marinas. Ahora quieren saber, emulando al poeta, qué hay en su fondo, cuáles son los animales, la asociación e interacción de éstos con su fitoplankton y la diversidad de corales de aguas frías, muy escasos en el mundo, que sólo habitan en sus zonas más profundas. El lecho marino del banco está constituido por acumulaciones de arenas, gravas y conchillas y se sitúa a una profundidad de entre 50 y 200 metros, y sus flancos están constituidos por pendientes abruptas que superan los 3.000 metros. En sus aguas se alimentan aves pelágicas como diversas especies de albatros y petreles, así como pingüinos, y además focas, lobos marinos y elefantes marinos. El banco genera condiciones que favorecen la vida de diversas especies de peces de interés comercial. En las aguas que lo rodean se encuentran sitios de reproducción y desove también favorecidos por los altísimos niveles de clorofila en el plankton.

Para asegurar la sustentabilidad de los ecosistemas es imprescindible contar con conocimiento científico detallado sobre todos estos factores. Por esta razón, y para a la vez fortalecer la soberanía nacional sobre el mar, la investigación marina ha recibido un fuerte impulso en las últimas décadas y constituye actualmente un campo de gran dinamismo y dedicación.