Por Arq. Gustavo Di Costa, Profesor de la carrera de Arquitectura de UADE.
Solo 12 segundos bastaron para que una docena de pisos del complejo Champlain Towers, ubicado en Surfside, localidad del condado de Miami Dade, colapsaran parcialmente durante la madrugada del pasado jueves 24 de junio. Inaugurado en 1981, el edificio estaba siendo objeto de tareas de mantenimiento necesarias para validar su estado general en pos de superar la inspección de recertificación, cumplidos sus 40 años de vida. Sin embargo, el crack de la torre dejó como consecuencia una estela de dolor, personas aun hoy desaparecidas y decesos confirmados.
La investigación sigue en curso, pero cinco puntos se mantienen en la mira de los expertos y peritos abocados en examinar el siniestro, que lo convierten en una verdadera “tormenta perfecta”. El primero de ellos investiga el estado de conservación de las estructuras de hormigón del complejo. Un informe del año 2018 daba a conocer "daños estructurales". El hormigón mostraba fisuras por las cuales ingresaban humedad y aire salino (recordemos que el edificio se encuentra emplazado sobre la línea costera), provocando primero, la oxidación de la armadura de acero de las piezas estructurales (vigas, columnas y losas) y luego, su corrosión. Si el acero se discontinúa, una parte de los esfuerzos necesarios de ser cubiertos no encuentra un aliado para su solución.
El suelo de fundación resultaba de por sí débil, revelando así un posible segundo motivo. La torre se emplazó sobre humedales recuperados y el creciente nivel del mar (cambio climático mediante), circulando a través de las napas, pudieron socavar el suelo resistente, debilitando aún más la capacidad portante de la estructura y provocando su paulatina depresión. Informes de la Universidad Internacional de Florida destacan “un hundimiento del suelo de 2 mm por año de la isla de Miami Beach”, lo cual reafirma la citada hipótesis.
En tercer lugar, encontramos un punto relacionado a "un importante error" en el diseño de la plataforma de la piscina del complejo, denunciado en el año 2019. Dicha plataforma no contaba con la pendiente suficiente para drenar el agua, por lo tanto, la misma se acumulaba en la estructura agrietada, incrementando el proceso de corrosión de la armadura. Por otra parte, sus cañerías deterioradas dejaban fluir el líquido en el suelo resistente, potenciando el proceso de “lavado” del mismo.
El cuarto aspecto a tener en cuenta analiza los componentes del hormigón. Hacia 1981, los códigos constructivos de Miami no eran tan exigentes como lo fueron tras el paso del huracán Andrew de 1992, y en muchos casos, se empleaba arena de la playa como relleno de los hormigones. Esa arena, rica en componentes salinos, pudieron favorecer el proceso corrosivo de la armadura de acero ya señalado.
Por último, la mirada de los expertos recae sobre una quinta sospecha: Las tareas de construcción llevadas a cabo en zonas aledañas a la torre afectada, pudieron ser responsables de una modificación de la capacidad portante del suelo, y como consecuencia de ello, la imposibilidad de equilibrar las cargas de la estructura del Champlain Towers.
Así, estos cinco aspectos fueron, en mayor o menor medida, culpables de una verdadera “tormenta perfecta”, dejando atrás casi 100 muertos y un largo camino de recuperación por delante para las familias de las víctimas y la comunidad de Miami.