Las lógicas que dominaban el mercado en la...

Las lógicas que dominaban el mercado en la segunda mitad del siglo pasado no tenían en cuenta la variable ambiental en el desarrollo de los proyectos turísticos. Se trataba de complacer los requerimientos de los visitantes, sin ocuparse del impacto de estas prácticas sobre el ecosistema natural que actuaba de soporte.

En toda la costa atlántica argentina se han dado problemas de saturación en el turismo de sol y playa por las características de alta estacionalidad del producto turístico, en el marco de un modelo de turismo masivo y una sobreexplotación de los recursos naturales involucrados. Situación que se verifica en Pinamar todas las temporadas de verano.

La costa es un espacio geográfico de dominio público y de suma fragilidad por ser una zona de gran riqueza ecológica y una gran atracción para la actividad humana. Hace 70 años no existían datos científicos que certificaran su fragilidad: los destinos nacían a impulsos de visionarios enamorados de sus paisajes, o por necesidades económicas, sin planificación previa y sin tener en cuenta aspectos relacionados con un ecosistema dinámico en continuo cambio: las playas se achican y ensanchan en función de fenómenos climáticos diversos. Las preferencias del hombre por construir su casa lo más cerca posible del agua no se condicen con la dinámica de la naturaleza y, lamentablemente, todo culmina con la destrucción de las construcciones a impulsos de catástrofes ambientales costeras.

Es indudable que el principal actor involucrado en los impactos es el Estado que tiene a su cargo la definición de políticas sobre el tratamiento de los recursos, habilitación de actividades, privatización del espacio, evaluación y control de actividades, creación de normativas, entre otras. Evidentemente también existen acciones compartidas público-privado que se relacionan con el manejo de una obligación contractual con el Estado y con la formación de conciencia ambiental ciudadana. Sin embargo, el Estado sigue siendo el principal protagonista por la amplitud y alcance de sus decisiones sobre el territorio.

Las causas del acelerado proceso de erosión observado en la costa atlántica se deben tanto a factores naturales como antrópicos. La dinámica costera se explica fácilmente con el siguiente ejemplo: durante una tormenta aumenta el nivel del mar y las olas llegan con mucha energía a la costa. El sistema funciona en dos tiempos, las olas retiran arena de la playa y el mar llega hasta la barrera de médanos costeros y reintegra arena a la playa manteniendo un equilibrio dinámico. Cuando ese médano ha sido retirado o fijado con forestación o cemento el proceso natural se trunca, se afecta la reserva natural de arena para recuperar la playa y se inicia la erosión.

Al analizar alternativas de solución a la erosión costera, la mayoría tiene un alto costo social y económico y un alto beneficio ambiental: a) hacer retroceder la infraestructura existente (en sentido opuesto al mar); b) adaptar las condiciones del lugar para contrarrestar el proceso erosivo de las costas; c) construir algún tipo de protección para impedir que el agua avance; y/o d) reemplazar la arena. Las dos primeras soluciones implican la pérdida de propiedad privada, casas o balnearios, tal como lo han logrado los municipios de Villa Gesell (2006) y Pinamar (2016) con el reemplazo de los balnearios de cemento por otro tipo de materiales en la arena. La generación de protecciones a través de obras de ingeniería hidráulica supone costos muy elevados para los presupuestos municipales e implicaría la realización de estudios previos del impacto ambiental. Reemplazar la arena también es complicado. Se puede realizar trayéndola de otras playas, o bien extrayendo arena del fondo del océano para reemplazar la que se fue, aunque ninguna de las dos es una solución definitiva al problema.

Hoy día, el mayor conocimiento generado por la ciencia ofrece alternativas para adaptar las intervenciones en el territorio costero. El acompañamiento de legislación a nivel nacional, provincial y local da el marco normativo para proceder con ecuanimidad en el medio natural. Sin embargo no ha sido suficiente para erradicar prácticas negativas. Factores económicos y de debilidad política, o corrupción a nivel empresarial y político, llevan a proseguir con prácticas no aprobadas y perjudiciales para el medio costero.