Que hacer cuando no se qué hacer

Por Silvia Lamarca, Lic. En Psicología (M.N. 16.973)

“Mis amigos están encaminados y yo no”.
“Empiezo a cursar una carrera y me doy cuenta que no me gusta”.

Hay momentos en que nada nos entusiasma. Esperás que algo maravilloso aparezca para salir de esa situación…

Cuando nos hacemos estas preguntas, creo que estamos buscando algo que nos haga felices, aunque a veces esta búsqueda no es del todo consciente.

Hay muchos factores que influyen en la elección de una carrera o de un trabajo. Cuanto más nos conozcamos y nos conectemos con nuestros deseos, más sencillo será seguirlos hasta hacerlos realidad. Pero lamentablemente en la vida de todos los seres humanos hay obstáculos, reales o imaginados.

Cuando somos chicos nos preguntan “¿Qué querés ser cuando seas grande?” y probablemente los niños a los que se les permite hablar sobre lo que quieren y también sobre lo que no quieren, respondan profesiones u oficios, que en algunos casos serán los de sus padres, pero en otros, aparecerá un abanico tan diverso y hasta exótico de elecciones. Esto se debe a que los niños con libertad de pensamiento y sentimiento no reparan en lo que implica en el mundo real, tal elección. Pueden contestar “bombero, astronauta, presidente, enfermera, barrendero, médica, payaso, entre otros”.

Cuando elegimos un camino, descartamos muchos otros y esa decisión a veces, produce miedo, incertidumbre por lo desconocido.

En la adolescencia, ya terminando el colegio secundario, la mayoría de los chicos, no tienen idea de lo que quieren hacer en el futuro ¿Estudiar? ¿Trabajar? En esta etapa de la vida enfrentan grandes cambios y deben tomar sus propias decisiones, ya que nadie lo hará por ellos. El mejor interlocutor es el grupo de pares, con cierta uniformidad en todo, lo cuál los calma, los contiene. Pero, cuando se trata de la elección que definirá su futuro, necesitan la ayuda de guías en quienes puedan confiar y que les sirvan de modelo a seguir.

Los adolescentes son los que más saben de ellos mismos, pero todavía no lo ven con claridad.

Resulta muy bueno conectarse con personas que ejerzan diferentes profesiones y oficios. La identificación (inspirarse, parecerse al otro) con figuras significativas, puede generar un proceso espontáneo de elección o más tardío y esas figuras pueden provenir de diferentes ámbitos: de la familia, del colegio (compañeros de años superiores que ya han egresado y que ya tomaron una decisión), del contexto social, cultural y referentes del arte en cualquiera de sus expresiones.

Un recurso que es utilizado en colegios secundarios, es orientar al alumno sobre su posible vocación, mostrándole infinidad de carreras terciarias y universitarias y las instituciones adonde se cursan, en todo el país , y guías del estudiante que ofrecen además planes de estudio y campos de aplicación, para ayudarlos a tomar una decisión al respecto. Estos recursos en la mayoría de los casos no son eficientes, porque hay una desconexión entre lo que muestran los afiches y las páginas de las guías, y la individualidad de cada persona.

Los seres humanos estamos influenciados desde que nacemos por nuestro entorno familiar. Vemos frecuentemente que una decisión en relación con seguir determinada carrera u oficio tiene más que ver con el deseo incumplido de los padres que con el propio.

Una pregunta pertinente sería: ¿con la vocación se nace o se construye?

Cuando se realiza un proceso (que se da en un tiempo determinado) de orientación vocacional u ocupacional, debe ofrecerse desde el profesional que actúa, una variedad de recursos técnicos basados en la creatividad y en la diversidad, especiales para cada consultante, los que le permitirán ir descubriendo cuál es el camino más adecuado para él.

Hay, sin embargo, muchas otras maneras de ir construyendo lo que podríamos llamar vocación o llegar al “click” que nos dice “creo que esto me gusta, voy a hacer un curso de …, voy a probar”. De hecho, cuando comenzó la pandemia surgieron (más que antes) una enorme cantidad de cursos online, de todo lo que a uno se le pudiera ocurrir: cocina, idiomas, manualidades, jardinería, fotografía; carreras completamente online, de universidades e instituciones de nivel terciario; del país y de diferentes partes del mundo, sobre todo las de habla hispana. Es muy posible que muchos hayan encontrado qué hacer, a qué dedicarse.

Si uno está haciendo cosas y aprendiendo, no hay que sentirse mal por no hacer una carrera formal. Puedo llegar a pensar "Uh, mirá el tiempo que perdí hasta encontrar lo que quiero hacer". Y en realidad nada es tiempo perdido, porque de todo disfruté y aprendí.

Nunca es tarde para descubrirlo, para cambiar de trabajo, o de forma de vivir, si lo que están experimentando no los entusiasma y les quita energía en lugar de aportárselas.