Son palabras… ¿Nada más?

Un estudio revela que la lengua española tiene alrededor de 283 mil palabras, de las cuales una persona promedio utiliza solo 300, alguien más culto 500 y un escritor alrededor de tres mil. El lenguaje es lo que nos caracteriza como humanos, el poder hablar y comunicarnos. Aunque los animales utilizan su propia manera de comunicarse, nosotros podemos expresar todo lo que sentimos, sabemos y crear razonamientos muy complejos.

A partir de nombrar algo, eso comienza a existir entre nosotros. Pensemos en la infinidad de palabras que se van incorporando en el vocabulario común y coloquial a partir del avance de la ciencia y de la tecnología, todo lo relacionado con internet en la última década, como googlear, Whatsapp, chatear, todos esos verbos que existieron a partir de nuevos programas o aplicaciones.

Hay mucho para hablar de las palabras, todo el tiempo se van agregando nuevas a nuestro vocabulario y algunas dejan de usarse. Recuerdo las palabras que usaba mi abuelo, y que actualmente ya no se usan. Yo, con mis treinta y seis años, al hablar con adolescentes, noto que tengo que ir incorporando un vocabulario para poder entenderlos. También depende del contexto en el que uno se sitúe donde pueden haber palabras que se usen con más regularidad. El lugar donde uno vive también incide, si hay localismos o regionalismos que ocupan una parte importante del habla diaria. Percibimos términos que no nos son familiares cuando viajamos por el interior del país ya que abundan las palabras autóctonas.

Como dije al principio, las palabras nos caracterizan, pero también nos hacen humanos. Desde el psicoanálisis se plantea que el discurso propicia la constitución del sujeto en cuanto a tal. Las palabras de quien cuida al bebé lo hacen un sujeto, es quien lo forma y le dice que es un niño/a, que es hermoso, que lo ama, le muestra las partes de su cuerpo. Ya la madre, con el niño en su vientre y quienes la rodean, hablan del que va a venir. Piera Aulagnier lo nombra como la sombra hablada, se le va dando, o no, un lugar determinado en el discurso, se dice cómo se cree que será y toda la expectativa en cuanto a ese ser que viene en camino.

Pero las palabras también pueden ser lapidarias, pueden hacer que una persona crea que realmente es estúpida, inútil, o cuanta cosa se le diga. Porque realmente el niño cree todo lo que se le dice, son literales hasta cierta edad. Ellos incorporan lo que se les dice, y se constituyen como sujetos a partir de eso. También se ve en los adultos, personas con un yo débil, en una relación donde es vapuleado constantemente de manera verbal, termina creyendo que es lo que le dice el otro, el ejemplo de la mujer que sufre violencia de género es claro para entender este concepto. Tanto escucha la mujer que no sirve para nada, que no es nadie sin la otra persona, que no puede sola… etc., que termina haciendo propio ese pensamiento.

Reflexionemos entonces, todo lo que podemos hacer en un niño a partir de lo que le decimos y lo que no, si le decimos que puede hacer de todo, que puede lograr lo que se propone, aunque a veces requiera un esfuerzo mayor, esto puede hacer que el día de mañana se plantee desafíos y crea en sí mismo. Recordaba la entrevista que se le hizo a Chris Gardner, quien inspiró la película En busca de la felicidad, actuada por Will Smith. El relato se centra en su vida, en cómo pasó de ser un vendedor con pocos recursos, a un multimillonario, a partir de la nada ganar, estudio de por medio, un trabajo en la bolsa. En la película se muestra que en un momento no tenía ni dónde dormir. Se le pregunta cómo fue que creyó tanto en él mismo, para apostar a un estudio que durante seis meses no le daba sustento alguno, y que pasado ese periodo, sólo uno de los muchos que estudiaban quedaría con el empleo. Chris responde que su madre, cuando él era chico, siempre le decía que podría hacer todo lo que se propusiera, que era capaz de eso, que solo debía confiar en él mismo. De hecho, en una parte de la película se ve cómo a su hijo se lo dice, agregando que, si alguien no pudo hacer, te dirá que tú no podrás, pero esto no debe permitirse.

Seguramente son muchos los recuerdos que nos vienen a la memoria en cuanto a lo que alguna vez nos dijeron, palabras que fueron positivas para nosotros, y otras negativas o que sumaron malestar. Entonces sería importante que tomemos conciencia de lo que decimos, que nos escuchemos. Nunca está de más tratar de tener empatía (ponerse en el lugar del otro). Para entender que hay palabras que están de más y otras que deberíamos decir más seguido.