Nos acercamos a fin de año, ¡y nos acercamos a la locura! Todo lo que tenemos que cerrar y todo lo que hay que iniciar por la temporada. Y las típicas decisiones: por dónde y con quiénes pasar las fiestas.
Terminamos un período, que llamamos o medimos en años, en donde no está todo tan cortado, sino que hay una continuidad, pero a la vez permite registrar lo hecho, valorarlo y por ello proyectarse para el nuevo período. Esto genera deseos, suscita esperanzas. Aunque muchas situaciones sean difíciles y los contextos también y la experiencia pasada, pero siempre tenemos algún elemento, o en realidad persona, alguien o algunos, por quienes deseamos seguir; eso es muy humano, muy bueno.
Pero ¿qué espero, cuáles son mis deseos u objetivos? ¿Tengo capacidad y fuerzas? ¿Depende todo de mí? Y también ¿en qué pongo mi esperanza? ¿Algo, alguna cosa puede responder? ¿O alguien, mejor? En realidad ninguna persona ni ninguna cosa o valor puede responder, satisfacer, estar a la altura, simplemente porque es limitado o creado, como yo.
El adviento es la preparación para la Navidad. La Navidad es vivir la presencia personal de Dios en Jesucristo que viene a salvarnos entrando en nuestro tiempo e historia haciéndose hombre como nosotros sin dejar de ser Dios. Él es nuestra esperanza, sólo Él puede y quiere responder a los deseos que Él mismo puso en nuestro corazón. Recibirlo a Él es recibir la Vida y quien nos sostiene y fortalece para vivir nuestra vida, como don recibido y como don entregado. Porque recibimos esa Vida de Él que viene a nosotros y se entrega por nosotros.
Entre tantas corridas, nos merecemos unos minutos por día para prepararnos a recibirlo en la Navidad. Él, Jesucristo, que nace de María, en el seno de la Sagrada Familia, es el motivo de las fiestas, y de toda nuestra vida. Cada día abramos unos minutos a la eternidad, para que el tiempo no nos arrase, sino que lo conduzcamos nosotros, para que nos nutra de lo que no pasa, de lo que verdaderamente vale, de aquello para lo que fuimos creados, que es estar con Él, convivir con Él y en Él recuperar nuestros vínculos y que nuestros trabajos sean eternamente fecundos.
Equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz
Pueden consultar la información de la parroquia en la web: parroquiapinamar.org