Twentynine everyday

Hay algunas cosas que estoy seguro que sí van a cambiar en los próximos meses aunque Da Government se empeñe en negarlo.

Creo que deberemos tener una reforma impositiva profunda, donde realmente se entiendan las problemáticas y los desajustes de los diferentes sectores de nuestra economía. También creo que vamos a tener una reforma laboral, la cual debe ser consensuada por todos los sectores intervinientes en la generación de empleo genuino. Por último, creo que debemos terminar de optimizar y reestructurar la administración pública. Entender su dinámica y funcionamiento en pos de poder establecer las mejores prácticas para poder optimizar los recursos de los diferentes estamentos estatales (dale, che, no es tan difícil).

Sobre este último punto quería hacer mención hoy. El Estado está sobredimensionado en cantidad de gente. En estos años, en lugar de tratar de capacitar a la gente que tenía, lo que se hizo fue incorporar para favorecer a una fracción política (best seller K) y establecer estadísticas engañosas en relación a la generación genuina de trabajo (planes, subsidios, contrataciones, empleos públicos, pokemones, todo valía con tal de tener el desempleo de los países nórdicos).

El nivel de empleo público en Argentina está por encima del promedio de América latina, que se ubica en 12% (fundamentalista, no rompas con que en Francia el empleo público es del 40% porque evidentemente seguís con el pasaporte en blanco).

Los trabajadores públicos representan cerca del 18% de los ocupados de la Argentina. Son cerca de 3,7 millones de trabajadores que se desempeñan en el Estado nacional, provincial o municipal. La cantidad de empleados públicos creció entre 2001 y 2016 casi un 70% (pasó de 2,3 millones de trabajadores a 3,7 millones, bajo la conducción del especialista en economía y la abogada exitosa).

El motor de esta expansión fue el empleo público provincial, que explica el 51% de este aumento, seguido por los gobiernos locales (32%) y, finalmente, el gobierno nacional (17%).

Hasta acá toda data de manual y ciertamente aburrido, pero en nuestro principado local no escapamos a la estadística. En Pinamar tenemos cerca de 1300 empleados (contando a las políticos del Ejecutivo, a los de planta y a los que veranean en el HCD all year long). Nuestra población, sin contar las tapiocas, debe estar cercana a los 43.000 (no le sumé los bondi con gente que traigan algunos partidos). Esta relación, si la matemática no me falla (no soy una persona de números) es de 1 empleado público cada 33 habitantes ó 3 cada 100. Lo números son alarmantes. La estadística más aconsejable y sana para los municipios de estas características es de 1,5 ó 2 cada 100, con lo cual deberíamos tener un 33% menos en su totalidad. Ahora bien, claramente ningún gobierno se va a comer el sapo de tener que achicar drásticamente una estructura municipal, pero por lo menos deberían optimizarla y dejar de tomar gente (cosa que no hizo ninguno de todos los intendentes que tuvimos). De hecho, el gobierno advirtió que están sobrando 130.000 empleados municipales, en relación a los 450.000 que hay en todo el país.

Pero el problema no se trata solo del desvío de un Estado sobredimensionado, con irregularidades en las contrataciones, sino de los “ñoquis” que hacen que se pierda eficiencia en la utilización de los recursos. No podemos tener un Estado enorme que nos traiga déficit. Hoy el 80% de lo recaudado se va a sueldos. ¿Qué pretenden hacer con el presupuesto? No queda ni para el pan dulce de Navidad.

Del HCD ya hemos hablado con su holgado presupuesto de más de 18 millones de pesos anuales para las 35 personas que lo integran, muchos de los cuales son asesores poco calificados (punteros, en realidad) de los que no podés obtener nada útil, y otros son concejales con proyectos brillantes, increíbles, superlativos, únicos en su especie, como la concejal Apolonio o bien Taurizano, las cuales le cuestan al municipio 80.000 pesos por mes. Son 960.000 anuales y más de 3.800.000 durante la gestión de Iván (si te sentís un boludo cuando ves lo que ganan, seguí leyendo). Párrafo aparte se merece la oposición que no ha logrado construir una base sólida para controlar al Ejecutivo. Todo eso sale de nuestros bolsillos. Absolutamente toda esa plata es la que nosotros, los que pagamos nuestros impuestos y nuestras tasas, vemos que se regala mes a mes y no hacemos nada para impedirlo (mala nuestra, por eso pensá cuando des tu voto).

Recordá que hoy tenemos en nuestro país cuatro millones y medio de trabajadores que están en la informalidad y un millón y medio de trabajadores que están desocupados. A su vez, la mitad de la población con ingresos percibe menos de $10.000 mensuales, siendo $14.000 la línea de pobreza. Analizá estos números y también analizá cuánto ganás vos todos los meses con todo lo que trabajás.

Te digo que recuerdes esto cuando pienses que hay personas, como el secretario de Desarrollo Social (Canitrot), que tiene un costo para el Municipio de más de $100.000 mensuales. Son 1.200.000 anuales y más de 5.000.000 en los 4 años de gestión de Iván (leíste bien, 5 palos ó 3.500 pesos por día. Say whaaaat?). ¿Por hacer qué?, pregunto. La secretaria tiene un pésimo desempeño y su secretario continuamente está fuera de la ciudad o bien en eventos de índole personal. Todo eso sale de nuestros bolsillos.

Pensá también que tenemos un subsecretario de Servicios Urbanos (Brignoles) que, además de haber sobrevivido a todas las gestiones, tiene un costo para el Municipio de más de 75.000 mensuales. Son 900.000 anuales y 3.600.000 por la gestión de Iván. ¿Para hacer qué? Fue un funcionario duramente cuestionado siempre y no ha obtenido pergaminos como para poder tener el puesto que tiene y sin embargo sigue firme como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.

También tenemos asesores y secretarios con sueldos de más de 45.000 mensuales, lo que equivale a más de 2.200.000 durante la gestión de Iván. Pregunto, ¿quién controla o pide cuentas de sus funciones o capacidades? Miren el desorganigrama municipal.

Todo esto solamente me hace pensar qué clase de Estado queremos si destinamos la mayor parte de nuestro presupuesto a gastos sin contraprestaciones o bien sin justificativos que lo ameriten en un gran porcentaje.

No estoy en contra del empleo público, ya que es una fuente traccionadora de la economía local, fundamental para municipios chicos, como el nuestro, pero cuando ves que un municipio está dormido, deteriorado, y que tenemos los problemas que podemos observar en el día a día, ver que se despilfarre el dinero así, duele, molesta. El problema es que en Pinamar, para muchos, 29 es todos los días.